Hijos De Puta: ¿Nacen o se hacen?
Verónica Segura
¿Qué es hoy un “hijo de
puta”? Nadie lo sabe. Es un término tan abusado como ambiguo. Puede denotar
asombro, alabanza o censura. Todo depende del contexto en el que se use, del
tono con el que se diga y de la relación entre los vituperados. Por ejemplo, “Jiiiiiiiiijo
de puta” puede describir a una persona lista, picarona, quizás que haya roto
las reglas sin lastimar a nadie para salirse con la suya. En cambio, “hijo de
la re mil puta”, ya está en otro nivel, más bien para gente perversa, demente y
miserable, como Videla, que a fin de cuentas es el que inspiró a la revista Barcelona a conmemorar cada 2 de Agosto
el Día del Hijo de Puta.
La etimología de “puta” suele
ser turbia. Según donde busquemos deriva de muchacha, niño, sabiduría, podrido,
poda, pensar, pozo. Tampoco es claro si ser puta es ser prostituta, adúltera o
simplemente “fácil”. Lo que sí queda claro es que culpamos a la puta y no al espurio
por el desastre generado. ¿O qué no el máximo y más enfurecido insulto es “la
puta que te parió”? En principio, se ataca a la madre por inmoral y de paso al
hijo, simplemente por haber nacido bajo su lecho. ¿Y si la puta madre se
redime… repara el daño que ocasionó su hijo? No, ¿verdad? Por otro lado, al
ofender así, se subestima la inmensa y dolorosa labor que es el parto y más cuando
de parir a un sinvergüenza se trata. Porque ahí no acaba la pesadilla. ¿Quién
lo cría, lo amamanta, le cambia los pañales… quién tiene que tolerar sus fechorías
por el resto de su vida? En vez de agravios, la pobre puta madre debería recibir
más bien apoyo. El máximo prestigio que se les ha concedido es la expresión “Está
de puta madre” que por lo general se refiere a una situación inmejorable. Hay
que admitir que no es demasiado.
Para este tipo de hijos de puta que así nacieron, y no
hay nada que su santa puta madre pueda más hacer por ellos, sugiero dos cosas.
Uno, que el insulto enfatice al “hijo” y no a la “puta” de tal forma que se
desapruebe la existencia del infame, y no a su antecesora. Así: HIIIIIJO
de puta. Dos, que su predecesora le recuerde a su hijito de puta, tantas veces como
sea necesario, que él único responsable de estropearse la vida es él (o ella),
y nada arreglará culpar a su mamita por sus errores. A todos aquellos padres
torturados por un gran hijo de puta, les recomiendo la siguiente frase: “es mi
culpa, pero es tu problema”.
Hay otra clase de hijos de
puta, y esos son lo que a base de putazos se fueron torciendo. Todos vamos construyendo
una coraza a modo de defensa. Es comprensible, hay partes que siempre
permanecerán vulnerables y necesitamos protegerlas. Pero no por eso pensemos
que al envenenarnos vamos a ahuyentar al enemigo. Y creo que así funciona el
rencor: siempre daña más al que lo siente que a quién lo inspira. Así que si
vamos a eligir ser un hijo de puta porque la vida nos ha torturado, seamos un
poco más audaces que el amargado común y hagámoslo con la rebeldía de un
superviviente, de quién lucha por superarse cuando el resto se victimiza, de
alguien que usa su experiencia de rechazo, pérdida o abuso para cultivar su
fortaleza y no su neurosis. La cicatriz que nos dejó aquél hijo de puta no es
oprobio, es oportunidad. Como decimos en México: para cabrón, cabrón y medio.
Y para los entendidos, me
despido con mi insulto hijodeputa
predilecto: ¡hdlrmpqtrmp!