Verónica Segura
Eso de combatir el terrorismo es un vil pretexto para que una bola de
pervertidos infiltrados en la vigilancia de los aeropuertos puedan abusar de
los pasajeros con sus más retorcidas fantasías. Analicemos el escenario. Estás en
la fila para documentarte y la primera persona que te recibe es una formidable
motociclista disfrazada de oficial con guantes de látex. Pelo anaranjado siete
centímetros empezada la raíz, con un rulo medio flácido. Registra tus
pertenencias. Se toma su tiempo, y al llegar al dorso de la valija, mete con apetito
el brazo hasta llegar al fondo mientras exhala con satisfacción. Desconcertado,
te formas para pasar la línea fronteriza hacia el país de las salas de espera, el
Duty Free y las cervezas de a treinta dólares. Es un proceso agotador. Debes
despojarte de tus prendas. Si antes eran las llaves y el saco, ahora fuera van
los zapatos, el cinturón, las calcetas. Todos objetos fetiches. Quedas obligado
a exhibir tus pies desnudos ante el batallón aduanero que goza de verte
caminar, ida y vuelta a través del arco magnético. Cuando por fin tu cuerpo ha
dejado de provocar la ira de aquel pasadizo, no se conforman. Te frotan las
axilas y la entrepierna con un enorme dildo que gime cual R2D2 (“arturito”… el
de estar güars). Todo esto si la suerte te acompaña y no te eligen para la
revisión “extra”. (Dios me libre, tiemblo sólo de verlos colocarse nuevamente
los malditos guantes de látex). Y por si fuera poco, no sólo te privan de tu
agua potable, si no que ya ni comida “regalan”. ¡Uno tiene que estar haciendo
un viaje trasatlántico porque si no tiene que comprarla abordo! Ya instalado en
tu asiento de tortura, cual gallinero, ojeas la revista del avión y notas que de cada tres páginas, dos
son propaganda de compañías que ofrecen servicios de “dating”. Una vez
aterrizado, retiras tu equipaje y notas, no sólo que el desventurado candadito
ha desaparecido, sino que dentro de la maleta te han dejado una notita de amor
diciendo que han violado tu cierre y desordenado tu privacidad porque tienen
todo el derecho de hacerlo. Digo… por si tenías duda.