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Por culpa de un asado y una tira

Por culpa de un asado y una tira
Verónica Segura

(Entrevista)

Me llamo VERÓNICA SEGURA, aunque en realidad tengo entre seis y siete nombres, depende a qué institución se le pregunte. Así somos los mexicanos, nos gustan los nombres largos. Mi edad es flexible: la que el personaje requiera.

La primera vez que visité Buenos Aires fue durante la filmación de un comercial. No tenía mucho tiempo para conocer la ciudad, pero no podía permitirme no hacerlo. Así que me aventuré a recorrerla de noche. Ignorante de sus dimensiones, caminé desde Belgrano hasta Palermo. Mientras peregrinaba por la la avenida Libertador, me detuve frente a un barcito, y pensé “qué lindo sería mandar todo muy lejos, conocer a un guapo, tener una hija con él y dedicarme a escribir”. Jamás calculé que “muy lejos” fuera tomado de manera tan literal, ya que ese barcito resultó ser mi símbolo mexica ("meshica”) cual “águila sobre un nopal”, porque seis años después me estaría mudando a tres cuadras del barcito donde me quedé sin aliento, a fundar mi morada y “reinar”.

Soy actriz y escritora e hice de Buenos Aires mi hogar por culpa de un asado y una telenovela (tira) que nunca se realizó. Yo iba a interpretar a “la muda” de Padre Coraje versión mexicana, para lo que llevaron a varios argentinos a trabajar allá. Un día hubo un asado en casa de uno de los directores y así conocí a mi (futuro) marido, que es editor. Quedó encandilado con todo eso de que estuve en Star Wars II y fui dirigida por George Lucas. Para cuando supo que también era columnista de Playboy, ya había caído redondito bajo mi merced. El cuenta la historia algo distinta, pero no importa. El caso es que nos casamos y tuvimos a nuestra hija en México. Y a poco de haber terminado una maestría en creación literaria, el recibió una propuesta de trabajo en Buenos Aires. Mudarse al sur no fue una decisión fácil, pero el recuerdo de ese barcito de Palermo, mi nopal porteño, me ayudó a ordenar las piezas del rompecabezas, y darle sentido al destino.
 Ahora, hace cinco años que vivo en esta ciudad y cada día soy más porteña… sin querer queriendo, como diría el Chavo. Digo “sin querer”, porque el entorno succiona siempre aunque una se resista, y la efervescencia de Buenos Aires es particularmente contagiosa. No hay lugar más apto para ejercitar la pluma que en el Rosedal, o en San Telmo viendo a una pareja de tangueros que bailan a la gorra, o cerrando los ojos para sentir la vibración de un “gooool” que sacude el edificio. Incluso en la cabina de un taxi, ya que todos los choferes son personajes y si no fuera tan caro viajaría en “tacho” a diario sólo por deporte. Buenos Aires es una fuente de inspiración constante para escribir mis cuentos, redactar las columnas de mi blog Segura de Todo (seguradetodo.blogspot.com.ar), y desarrollar mi primera novela.
Pero lo que más me ha influenciado han sido las mujeres de Buenos Aires, las "Mafaldas”. Aquí están acostumbradas a expresarse, alzar la voz, ser “respondonas”, auto abastecerse, andar solas, salir de noche con amigas. Es algo que ocurre en México pero no es cultural. Aquí sí, y me resulta profundamente liberador.  Así que, si bien extraño la calidez mexicana, a mi familia y las tortillas (y el mole, y las enchiladas, y…), reconozco que como mujer me ha hecho bien esta ciudad.
También digo que me he convertido en porteña “queriendo” porque para retomar mi profesión como actriz tomé clases de "acento porteño" y gracias a eso he trabajado tanto en teatro como en televisión. Ahora, por ejemplo, estoy en una obra que se llama RE-TRATO DE AMOR. Es una historia muy divertida que se presenta los sábados a las 21:00 hrs en EL VITRAL (Rodríguez Peña 344) .
Hace mucho que tenía ganas de hacer comedia y hace mucho que quería pasearme por la calle Corrientes después de haber dado función. Corrientes es Broadway con un twist de tango. ¿Hay algo más sexy?


En definitiva, Buenos Aires es mi hogar y llegué (llegamos) para quedarnos.