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Croquis Multiorgásmico



Croquis Multiorgásmico
Por Verónica Segura

¿Será que el hombre relaciona la libertad sexual de la mujer con la variedad y creatividad de sus fantasías, creyendo que entre más atrevidas y numerosas sean éstas, menos reprimida es? Sospecho que incluso algunos admiran a una mujer que no mezcla sentimientos con el acto sexual, porque ven en eso una fortaleza de carácter. Tener un amplio repertorio sexual no tiene nada que ver con el erotismo. Incluso me atrevo a pensar que son pocos los hombres que disfrutan verdaderamente del sexo. Muchos son apenas aficionados a la penetración, y la maestría del sexo requiere más disciplina que la gratificación inmediata que se obtiene al “echarse un palo”… expresión que mas bien evoca el placer de la flatulencia, no del orgasmo.

Es el típico dilema del mapa. Demasiados hombres se niegan a consultar al transeúnte local cuando la sapiencia viril o el GPS del celular les falla. Algunos llevan esta situación hasta el absurdo, presumiendo una mirada biónica que escruta cada punto cardinal, antes de aceptar que no tienen la menor idea de dónde se hallan.  ¿Quieren saber cual es la máxima fantasía de la mujer? ¡Pregunten! No tienen que doctorarse en cartografía. Simplemente escuchen con detenimiento, y sigan las instrucciones, por extraño que esto les resulte.
Lo mejor es estudiar la ruta y sus diversas opciones antes de salir a la aventura. Del sexo se habla fuera de la cama. Pero, ¿qué hacer en aquellos encuentros relámpago donde no es posible emplear ésta útil herramienta? Tomando en cuenta que a casi nadie se le facilita dar instrucciones mientras jadea, la humanidad ha acordado tácitamente en usar un vocabulario limitado y conciso. Con peticiones tales como “rápido, lento, no pares, derecha, izquierda, hasta el fondo, y espérame” no hay razón para no hacer exactamente lo que se les pide. (Y para los machines a quienes se les empieza a erizar el orgullo, esto no tiene nada que ver con adoptar una actitud sumisa y servicial. Al contrario. Se trata de ser egoístas, de un plan con maña, de incrementar su propio placer al introducirse en una vagina lo mas lubricada posible.) En todo caso lo complicado no esta en preguntar y “obedecer”. Muchas veces son ellas las primeras en obstaculizar su entusiasmo de cooperar. Mujeres que no hablan, no piden, ni preguntan, ni proponen… no ofrecen ninguna pista. Otras que gimen estrepitosamente para todo y en todo momento. Y la peor pesadilla, aquellas que fingen... esas que te orientan con indicaciones erradas y te premian con validaciones falsas. Pero aguarden. Antes de condenarlas, habría que cuestionar ¿por que hacen esto las mujeres? Principalmente porque se dan por vencidas y también para proteger el ego del hombre. Por miedo a comunicar algo que siempre se reprobó, a que se les perciba como vulgares a pesar de estar en el siglo XXI , o porque están hartas de que su “novio sensible y feminista” no solo no le cumpla, sino que también se queda prensado como mosquito epiléptico a su cuerpo y ella finge para que él se venga mas rápido y quitárselo de encima. O incluso porque su semental se ofende fácilmente y la culpa de frígida, o porque en efecto, no ha sabido despertar su propia libido. Les aseguro que es mucho mas fácil para el hombre aprender a retardar su eyaculación, que para la mujer descifrar y desinhibir su complejidad sensual. De ninguna manera insinúo que los hombres deban cargar con la responsabilidad, mucho menos el poder, de liberarnos sexualmente. El orgasmo de la mujer es tarea de la mujer. Pero ayuda mucho si su disposición es libre de juicios y prisas.

Como dicen por ahí, “el secreto está en las ganas”.